martes, 20 de julio de 2010

Marx y Lenin: La teoría y la práctica

Karl Marx escribió el Manifiesto Comunista junto con Friedrich Engels en 1848, poco antes de la Revolución sucedida en Paris en febrero de ese mismo año. Dicho escrito, establecía los principios y objetivos de la Liga Comunista; una especie de asociación de intelectuales y artesanos alemanes.

Básicamente, el objetivo de dicha Liga era “el derrocamiento de la burguesía, instaurar el poder del proletariado, la eliminación de la vieja sociedad burguesa basada en los antagonismos de clase y la fundación de una nueva sociedad sin clases y sin propiedad privada”[1]. El documento en si, fue el soporte teórico fundamental que ayudó a construir y organizar al primer partido revolucionario perteneciente a la clase obrera (Partido Comunista).

La aplicación practica de los principios que se esbozan en el Manifiesto, aclaran sus autores, están sujetos siempre a las circunstancias históricas que existen en ese determinado momento en el que se quieran aplicar. Esto significa que si bien la mayoría de las naciones están organizadas bajo el modelo burgués de sociedad (división de clases), no en todas se encuentra en igual estado la clase obrera por ejemplo. En algunos países éstos están organizados en sindicatos, en otros no o dichos sindicatos son locales y no nacionales.

Esta división y lucha de clases, Marx la considera como el motor primordial de la historia. Este conflicto se da “entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas (…) que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o en el hundimiento de quienes estaban en pugna”[2].

Los países fueron dividiéndose en diferentes clases, hasta que en la actualidad, quedaron fragmentadas las disputas en dos sectores: burguesía y proletariado. La primera surgida en el feudalismo, corresponde a los capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social que emplean al trabajo asalariado. El segundo, se refiere a los trabajadores que al estar privados de medios de producción propios, no tienen otra opción que vender su fuerza de trabajo para poder vivir.

Marx considera que, en un principio, la burguesía “ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario”[3], que se ha diseminado por el mundo formándolo a su imagen y semejanza.

A través del desarrollo durante las diferentes épocas del comercio, la navegación y los medios de transporte terrestres (ferrocarriles entre otros), dicha clase social ganó poder hasta establecer gobiernos que dejan de lado la cuestión social y dirigen su mirada netamente a lo económico. En palabras de los autores del Manifiesto Comunista, la burguesía “ha sustituido las numerosas libertades por la única y desalmada libertad de comercio”[4].

El capitalismo, persiguiendo su objetivo de ganar más a menor costo, fue centralizando los medios de la producción y la propiedad. Que el poder económico esté cada vez en menos manos, genera una mayor marginación del proletariado pero a su vez significa el aumento de obreros; fuente primordial para la revolución.

Dicha exclusión, se genera con la implementación de las nuevas tecnologías en las fábricas y la división del trabajo (el asalariado no se siente parte, identificado de lo que produce). Por esta razón, el obrero comienza a reunirse “primero los trabajadores de una misma fabrica, luego quienes trabajan del mismo oficio de una localidad”[5], explica Marx. La lucha estalla en un principio de sublevación, dice dicho autor, cuando éstos logran unirse en sindicatos contra los burgueses y pelean en común para conseguir derechos laborales.

En cambio Lenin, en su trabajo llamado ¿Qué hacer?, considera que esto corresponde solo a un movimiento huelguístico espontáneo llamado trade-unionista, pero que es “la forma embrionaria de lo conciente[6] (los gendarmes sacaban un numero cada vez mayor de revolucionarios viejos y, en su lugar, crecía el numero de jóvenes). Es decir, el primer paso necesario que dio el proletariado y que lo llevará a comprender el antagonismo entre sus intereses y los del régimen político social. Esto último, lo llama una lucha socialdemócrata.

Para llegar a dicha conclusión, se basa en huelgas sucedidas en Rusia durantes las décadas del 60 y 70 que fueron acompañadas de destrucción espontánea de maquinas, entre otras cosas. Según el autor antes mencionado, esto demostraba que “la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo”[7].

Marx piensa que para poder tomar las fuerzas productivas sociales, el proletariado debe y puede por si mismo romper con la estructura que poseen las sociedades capitalistas, que en definitiva es la que los suprime y margina. Es decir, la desaparición de las clases sociales elevando a los obreros a clase dominante; conquistar la democracia. Esto les permitirá luego centralizar todos los instrumentos de producción en el Estado, arrebatándole al mismo tiempo y gradualmente el capital a la burguesía.

En definitiva el comunismo es quien mejor representa los intereses de los trabajadores y la respuesta a la revolución, dice Marx, “es el sector mas resuelto de los partidos obreros; el sector que siempre impulsa adelante a los demás”[8]. En una sociedad gobernada por este partido, el trabajo acumulado se convertiría en un medio para hacer más fácil la vida del obrero.

Por ultimo y con respecto a Lenin, “la fuerza de este movimiento contemporáneo, socialismo, consiste en el despertar de las masas”[9]. La debilidad, se encuentra en la falta de conciencia e iniciativa de los dirigentes revolucionarios. Éstos son los encargados de introducir el socialismo, conciencia socialdemócrata, en el proletariado que carece de representantes instruidos; intelectuales. Es decir, que la idea de una revolución verdadera solo puede provenir de una intelectualidad burguesa. Y que alejarse de la ideología socialista, solo es fortalecer la ideología de la burguesía.



[1] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 6). Nuestra América Editorial.

[2] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 17 y página 24). Nuestra América Editorial.

[3] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 27). Nuestra América Editorial.

[4] Ídem anterior.

[5] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 33). Nuestra América Editorial.

[6] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 68). Editorial

[7] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 73). Editorial

[8] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 39). Nuestra América Editorial.

[9] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 66). Editorial.