martes, 20 de julio de 2010

Desde abajo: La transformación de las identidades sociales

Identidades Astilladas: De la patria metalúrgica al heavy metal

Este texto realiza un análisis sobre el obrero, sobre su identidad a través de los años y el cambio que ésta fue sufriendo debido en gran parte a los procesos históricos y socioeconómicos que vivió y vive Argentina. Aunque, cabe aclarar, que también esto se debió a una variación en las políticas de contratación por parte de las empresas y fabricas del país.

El punto de partida para analizar la situación del obrero se encuentra especialmente marcada por el factor de generación, entre los trabajadores jóvenes y viejos. Pero no referido en cuanto al valor numérico de la edad, sino en un sentido mas profundo que ello conlleva: diferentes formas de comprender e interpretar el mundo que los rodea, posibilidad de reinterpretar los problemas y condiciones de trabajo, búsqueda de metas sociales e individuales y el significado de pertenecer o no a una fabrica, a un gremio y a un sindicato.

Para la editora del libro Desde Abajo, se esta llevando a cabo una “ruptura generacional de una época, que indica el debilitamiento y la desaparición de los marcos sociales y culturales del antiguo mundo obrero”[1]. Es decir, que se desarrolla un cambio en los trabajadores que rompen con la historia de la participación política en la fábrica y, los jóvenes que comienzan a trabajar en ella, toman a dicho lugar como un sitio de paso y no como posibilidad de transformación social.

Esto esta asociado a la idea de una Argentina industrial, de que este tipo de industria es el motor para posibilidad de crecimiento económico de todos los habitantes, en especial de los niveles más bajos de la sociedad. Tal como lo fue, dice la autora del texto, entre 1946 y 1945 donde la imagen de progreso “con una tendencia a la homogeneidad social, se haría efectiva y extensiva a los sectores populares”[2].

Una coincidencia que se ve entre las diferentes personas entrevistadas para la realización del libro antes mencionado, es la medición que tienen ellos sobre el significado de bienestar. Sin importar el factor generacional, piensan que prosperidad se resume en tener casa propia, auto, poder mandar a los hijos a la escuela y salir a comer afuera por lo menos una vez al mes.

Para llegar a este tipo de conclusiones, el texto lleva a cabo una diferenciación entre trabajadores jóvenes y viejos. Con esto, se intenta hallar similitudes y diferencias entre cada uno de los grupos arriba mencionados, referido especialmente a sus participaciones políticas y al valor que le dan a la fábrica.

EN BUSCA DE PERFILES SOCIALES GENERACIONALES


El viejo militante sindical histórico

La autora del texto, para llevar a cabo el análisis de este tipo de persona, considero como representante de la vieja generación, a aquellos trabajadores que hoy tienen más de 45 años. Estos individuos, vivieron en carne propia el cambio importante en la concepción de las fábricas, generado especialmente por el primer régimen peronista. Además, cabe aclarar, que en esa época se vivieron fuertes persecuciones políticas y acciones de lucha gremiales.

“El viejo militante sindical presenta un discurso que enfatiza tanto el orgullo sindical como la importancia de una cultura del trabajo que cimentaría y dignificaría la identidad social”.[3] ; dice Svampa en su texto Desde Abajo. Aquí, la política tenía un lugar de importancia y prevalencia dentro de la empresa metalúrgica.

Este individuo se encontraba y encuentra enteramente sujeto a la acción del peronismo. Esto queda demostrado en una de las frases que dice una de las personas entrevistadas: “Perón lo que nos dio fue el derecho a vivir”[4]. Para ellos, dicho ex presidente les dio por primera vez la oportunidad de discutir. También aparece nuevamente la idea de que se progresaba en la vida, por el hecho de poder comprar una heladera, una casa.

El sindicato tenía un lugar de importancia dentro de la fábrica. En especial, se daba una relación de verticalismo entre el movimiento obrero organizado y el líder. En definitiva, este tipo de personalidad, se refiere a la concepción de una patria metalúrgica que, mediante la participación política y el crecimiento industrial, llevarían a Argentina a ser uno de los países del denominado primer mundo.

El viejo trabajador integrado

A diferencia del ejemplo anterior, esta forma de ser del individuo metalúrgico, mas vinculada con una cultura del trabajo con aspiración al consumo. “Ser obrero es algo relativo”[5], dice uno de los entrevistados por Svampa. Esto se refiere a tomar al trabajo fabril como un medio, como algo pasajero para luego poder poner el negocio propio. Por este motivo, no le dan importancia a la participación política y sindical.

Estos sujetos encarnan “la integración socioeconómica y la adopción, por parte de sectores de la clase trabajadora, de un modelo cultural similar al de las clases medias”[6]. En definitiva, buscaban solo pertenecer o aparentar pertenecer a un estrato social superior.

LA IDENTIDAD DETERIORADA: LA GENERACIÓN INTERMEDIA

Svampa situó en esta franja generacional para desarrollar un análisis, a los trabajadores que tienen entre 26 y 45 años. Aquí, por vivencias históricas y políticas, se puede establecer el nacimiento de una conciencia critica, relacionada y surgida por la finalización del modelo de integración social de épocas anteriores.

Básicamente se lleva a cabo una perdida de y reinterpretación de valores culturales tradicionales y de referencias sociales.

El militante metalúrgico critico tradicional

Esta personalidad se presenta como variante del activista, sin perder igualmente la tradición familiar peronista y obrera. En ellos aun sigue presente la imagen colectiva de las luchas sociales anteriores y de los logros que con ellas se obtuvieron.

Una situación así, genera un choque ideológico entre los recuerdos del pasado y la situación problemática del presente (dictaduras, crisis económica, etc). Surge un sentimiento de nostalgia que los ha “llevado a refugiarse en el respeto a los valores y los roles tradicionales, cristalizando el viejo paradigma transmitido por los mayores”[7], dice la autora de Desde Abajo.

Estas cuestiones entran aun más en conflicto, con la incorporación de los jóvenes a las fábricas. Ellos, en su mayoría son apolíticos y tanto gremios como sindicatos se hallan desconcertados porque no logran comprender como hacer para que éstos participen activamente en la política de las empresas.

Las causas de ello “se constituyen por la despolitización juvenil y de la afirmación individualista del consumo”[8]; ya no se lucha por el bien común. Se entra en un estado de apariencia, es decir, que no importa lo que no es realmente sino lo que puede aparentar ser (preferentemente, por los bienes economitos). Aunque, lo positivo que se destaca en los jóvenes, es que expresan sus sentimientos sin tantos tapujos, lo que en el texto conceptualizaron como “solidaridad afectiva”.

El trabajador metalúrgico critico – escéptico

Esta forma de ser no busca ningún objetivo específico, no intenta reconstruir ninguna identidad ni participación alguna. Es decir, que descreen del modelo obrero anterior y no ven posible la realización de un nuevo proyecto de cambio por parte de las nuevas generaciones.

Ellos descreen de la política y solo les interesa hasta donde los involucra y les trae algún beneficio; no por cambio social sino por beneficio propio. Estas cuestiones, junto con las demás antes mencionadas, demuestran las diferentes formas de concebir el mundo pasado y el mundo futuro, y como incluso sin admitirlo, consideran un cambio social referido al consumo (poseen un nuevo estatus en la sociedad si pueden tener la casa propia, comprarse un auto, etc).

EL TIEMPO DE LAS IDENTIDADES FRAGMENTARIAS:

LOS JÓVENES TRABAJADORES

En la última época, se ha observado un cambio en cuanto a las políticas de contratación, por parte de las empresas y fabricas. Se prioriza dar trabajo a jóvenes sin demasiada calificación y con escasa o nula experiencia laboral.

Esto se lleva a cabo, puesto que es mas fácil adaptar a los jóvenes a el ritmo y modelo profesional, que a los viejos obreros (que conocen muy bien sus derechos, les importa la política y saben organizarse para reclamar cuando no son respetados). Aunque últimamente, se ha comenzado a contratar mano de obra con experiencia, para lograr cierto equilibrio y cooperación dentro de la industria.

Igualmente, dice la autora de Desde Abajo, que mientras el ritmo de trabajo aumenta, “el tejido de las solidaridades laborales se debilita y aumentan las suspensiones o cesantías temporales”[9]. Esto significa, que la fabrica ha dejado de ser un sinónimo de progreso nacional e individual, para convertirse solamente en un medio para subsistir y no vivir dignamente (salarios bajos, sobre carga de horario de trabajo, etc).

El joven trabajador integrado

En si, es un sucesor del viejo trabajador integrado. Ser obrero es sumamente relativo, es solo una forma temporaria y hasta a veces necesaria para poder convertirse luego en un trabajador independiente (tener el negocio propio). Ellos, sin desconocer los problemas actuales de la sociedad, se consideran de clase media y poseen la aspiración de seguir subiendo en la escala social.

La empresa entonces, representa un limitado horizonte de posibilidades, por lo que consideran necesario profesionalizarle y capacitarse para crecer e independizarse. En definitiva, no les interesa la participación política y están muy alejados de la idea del modelo obrero anterior, de ser agentes de cambio.

El joven trabajador tribal

Este tipo de jóvenes, que muchas veces solamente el primario completo o secundario incompleto, también consideran a la empresa metalúrgica como un lugar de paso. Incluso, a pesar de la falta de posibilidades de trabajo en el mercado laboral poseen esa idea.

Piensan al trabajo de forma individual e instrumental. Es algo que les sirve para conseguir otra cosa, satisfacer otro tipo de necesidades de consumo que no sean tener la casa propia. Por ejemplo, vestimenta, música, salida con amigos, etc.

Del mismo modo, ven a la política como corrupta y por ello no les interesa participar de alguna forma (ni de manera independiente, ni dentro de un gremio o sindicato). Básicamente se manejan a través de los consumos culturales; buscan grupos de pertenencia y establecen estrategias de distinción entre las diferentes agrupaciones sociales.

CONCLUSIÓN

En conclusión, los cambios generacionales referido a las diferentes formas de comprender y reinterpretar al mundo son los que diferencian a los jóvenes y viejos trabajadores. Para algunos, el trabajo es un actor de cambio social importante. Para otros, es solo un medio para conseguir cumplir metas individuales.

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[1] M. Svampa. Desde Abajo (página 152) – Editorial Biblos

[2] M. Svampa. Desde Abajo (página 122) – Editorial Biblos

[3] M. Svampa. Desde Abajo (página 125) – Editorial Biblos

[4] M. Svampa. Desde Abajo (página 126) – Editorial Biblos

[5] Ídem (página 130)

[6] Ídem (página 134)

[7] M. Svampa. Desde Abajo (página 134) – Editorial Biblos

[8] Ídem (pagina 137)

[9] M. Svampa. Desde Abajo (página 142) – Editorial Biblos