martes, 20 de julio de 2010

CADA VEZ SON MÁS LOS FRAUDES CON PLANES DE AHORRO

Son bandas delictivas que utilizan concursos como fachada para estafar a la gente. Venden programas para acceder a autos “0 km” violando la ley. Al menos treinta personas de distintas localidades de Buenos Aires fueron estafadas. En un caso investigado en Merlo, la estafadora es buscada por la policía y tiene pedido de captura nacional.

En la Argentina existen muchos tipos de estafas –falsificación de documentos de identidad, cheques adulterados y engaños a personas mayores para la obtención de jubilaciones falsas y prestamos personales-. En su mayoría, estas están realizadas a personas de escasos recursos económicos que pertenecen a las clases media y baja de las zonas más marginadas del país.

Según fuentes policiales, una de las defraudaciones que más ha crecido en los últimos años es la estafa referida a los planes de ahorro para la adquisición de autos “0 km”. En si, captan a individuos para estos programas a través de llamadas telefónicas en las que les deciden que se han ganado un automóvil, o por concursos con cupones que se llevan a cabo en la calle o supermercados.

La forma de engañar a la gente

La estafa a través de planes de ahorro se lleva a cabo mediante dos formas muy parecidas entre si. La primera se refiere a la repartición de cupones/raspaditas en la calle para participar por un automóvil y la segunda, realizando llamadas telefónicas que le adjudican haber ganado un premio sin siquiera haber participado de un sorteo. Estas dos formas de estafas diferentes en si llevan un mismo fin: estafar a la gente.

Estas personas que cometen el ilícito siempre operan sin establecerse en lugares fijos. Lo que les permite ir por diferentes zonas del país estafando a la gente y huir una vez ganado el dinero pretendido –esto también les permite escapar rápidamente si son investigados por algún organismo del Estado-.

Recorren lugares de bajos recursos y marginados jugando con las ilusiones de la gente. No eligen estos sitios al azar, los prefieren porque los individuos se encuentran abandonados por las instituciones y no cuentan con la información para saber cuando se encuentran ante una estafa; mucho menos para defenderse y denunciar ante la ley los delitos de los que son victimas.

Respecto a la primera modalidad, dichos individuos reparten cupones/raspaditas en la calle por intermedio de promotoras o instalan un stand en algún supermercado, anunciando en todo momento como premio del concurso un auto “0 km” -esto lo utilizan para obtener los datos personales-.

A los pocos meses quien lleno el cupón recibe una llamada telefónica de una persona que puede ser Natalia Criscueli (ver Los Estafadores…), anunciándole que había sido ganador del sorteo y que debían arreglar el día y la forma para la entrega del automóvil. Luego de esto, el individuo se encontraba con alguna de las personas antes mencionadas que le comunicaba que debían abonar una suma por patentamiento o con alguna otra excusa. Incluso, les ofrecen cuotas y facilidades de pago para abonar la suma requerida.

Al cabo de la paga de unas cuotas, quienes cometían el ilícito desaparecían sin dejar rastro. Los damnificados llamaban a la empresa o concesionaria –Wolkswagen, Renault, etc- donde le informaban que no habían sido adjudicatarios de ningún sorteo pero que en cambio se encontraban adheridos a un plan de ahorro. De esta forma, quedan sujetados a seguir pagando en pos de conseguir el automóvil ansiado pero también existe una gran mayoría que pierde el dinero al no poder seguir pagando.

Cabe aclarar que en la actualidad estos planes incluso tardan en pagarse hasta 84 meses, es decir 7 años. Además y como una especie de trampa para que sigan abonando la cuota, le avisan a la persona que salió adjudicada para obtener el auto pero debiendo pagar entre 15 % y 20 % -unos 15 mil pesos aproximadamente- del valor del coche sino pierden la asignación. Como dichos planes están destinados a individuos de pocos o escasos recursos económicos, no pueden juntar en meses esa cantidad de dinero y por ende, no consiguen mantener la atribución.

Referido a la segunda modalidad, se organizan grupos de 10 personas seleccionados por consultores que llaman por teléfono a gente al azar diciéndoles que se ganaron un “0 km”, sin nombrarles jamás el plan de ahorro –obviamente telefonean a las zonas de medios y bajos recursos económicos-.

Luego de esto sucede algo similar a la entrega de cupones/raspaditas en la calle. El supuesto ganador se encuentra con quienes cometen el ilícito en la concesionaria, le muestran el coche diciéndole que lo pruebe, jugando con la ilusión de la gente. Le piden algún dinero para pagar gastos administrativos y de patentamiento, incluso aclarándoles que pueden pagarlo en cuotas, y ya se encuentran encerrados en la trampa y dentro de un plan de ahorro que puede durar hasta 84 meses.

En este tipo de ilícito, no solo lo llevan a cabo personas sino que también se ven involucradas concesionarias mismas que utilizan estos métodos para atraer/apresar clientes; en especial utilizando la modalidad de los llamados telefónicos.

Eso claramente viola la ley número 22802 de Lealtad Comercial que impide este tipo de prácticas. En el inciso 1º queda claramente explicado que “queda prohibido el ofrecimiento o entrega de premios en razón directa o indirecta de la compra de mercaderías o contratación de servicios, cuando éstos estén sujetos a la intervención del azar”. A lo que luego agrega que también se encuentra prohibido los concursos o sorteos en los que la participación este condicionada a la adquisición de un producto o la contratación de un servicio.

Esta ley protege a los consumidores y les otorga el derecho de tener una información exhaustiva sobre los concursos y las obligaciones que tienen quienes los organizan como por ejemplo: nomina completa de premios a adjudicar, gastos que pudieren resultar para el beneficiario de la adjudicación de los premios, fecha de inicio y finalización de la promoción, mecanismo detallado de adjudicación de los premios, entre otros.

Los estafadores del Oeste

En los casos investigados se descubrió que dos individuos pero en especial Natalia Criscueli, que actualmente cuenta con pedido de captura nacional, y la empresa Harbin de la localidad de Flores estaban estafando a personas con planes de ahorro, violando la ley 22802 de Lealtad Comercial. La metodología es la misma que utilizan muchos estafadores: a través de concursos callejeros mediante cupones/raspaditas.

“Natalia se encargaba de hacerle firmar un supuesto contrato que obligaba al afectado a pagar cuotas de un seguro, pero que en realidad era la firma para entrar en un plan de ahorro interminable”, comentó Sandra Alfonso, empleada de la empresa antes mencionada.

Una de las damnificadas fue Sandra Verónica Mariño de la localidad de Merlo. Ella completó el cupón que le fue otorgado en la calle con sus datos y lo depositó en una urna. “Quizás tengas suerte”, le dijo una de las promotoras. Como gran cantidad de gente, soñaba con tener su primer auto.

“A los meses recibí un llamado telefónico donde me anunciaban que había ganado el automóvil y que debía acercarse a la concesionaria para arreglar todos los trámites”, dijo Mariño. Fue a la concesionaria Harbin, ubicada en Avenida Rivadavia 7460, y hasta incluso pudo subirse al auto para probarlo –utilizan la ilusión de la gente para que una vez que se den cuenta que están dentro de un plan de ahorro, sigan pagando-.

En ese lugar le dijeron que tenía que pagar una cantidad de dinero, le dieron la posibilidad de hacerlo en cuotas, para cubrir gastos administrativos y de patentamiento. “Tenia que pagar cuotas del seguro”, aseguró que le dijeron a la damnificada en la concesionaria. Al hacer averiguaciones después de algunas cuotas descubrió que en realidad se encontraba inscripta en un plan de ahorro por el que debía pagar $309 por mes y no se había ganado ningún automóvil. Actualmente sigue pagando porque a pesar de todo, quiere tener un auto –va por la cuota 10 de un total de 82-.

Como sucede con la mayoría de las personas, a la cuota numero 3 iba a tener el auto pero tenia que pagar al contado el 15 % del valor total del Gol Power y tenia dos meses para juntarlo, es decir 12 mil pesos. Al ser una persona que gana menos de $1500 por mes, “se me hizo imposible juntar esa cantidad requerida y perdí momentáneamente la adjudicación”, dijo Mariño. Obviamente, esto lo llevan a cabo las concesionarias sin importarles jugar con la ilusión de la gente para que sigan pagando el plan de ahorro.

En enero del año 2003 fue detenida Natalia Criscueli en un operativo llevado a cabo por la Policía Bonaerense en el oeste del Gran Buenos Aires. Allí, esta persona realizaba estafas con planes de ahorro de la firma Volkswagen. Para ello, contaba con 160 formularios en blanco, uniformes y varios sellos oficiales de la empresa antes mencionada. Actualmente, Natalia se encuentra prófuga y con pedido de captura nacional.

De hecho, en el año 2008 se llevó a cabo un juicio en el que Lía Antonia demandaba a la empresa López en la que también trabajó Natalia Criscueli. Ella participó de un concurso en un stand que se encontraba en un supermercado, donde debía completar un cupón para ganar un “0 km”.

Recibió una llamada de Natalia diciéndole que gano el concurso y que pasara por el concesionario. Allí le dieron la opción de cambiar el auto por una camioneta y ella acepto porque lo necesitaba para trabajar. Le notificaron, además, que debía pagar un seguro por 12 meses.

Luego de pagar algunas cuotas dejó de recibir el cupón para abonarlas y llamó a la agencia para consultar, donde le comunicaron que no había resultado adjudicataria de ningún sorteo pero que se encontraba adherida a un plan de ahorro. La empresa López perdió el juicio y debió pagarle 5 mil pesos a Lía. Nadie fue preso por el hecho.

Según Sandra Alfonso, empleada de empresa Harbin -ubicada en Avenida Rivadavia 7460 de la localidad de Flores-, “las estafas de dicha concesionaria siguen continuando y como la gente se da cuenta tarde optan por no perder el dinero y siguen pagando sin hacer la denuncia”.

Relaciones ambivalentes

La relación libertad/dependencia

Si bien existen en el mundo diferentes culturas, lenguajes y costumbres pertenecientes a cada país o región, los seres humanos nacemos en una sociedad que nos somete/incluye.

El hombre nace como un ser de la naturaleza, con libertad y la capacidad de disfrutar de los derechos y privilegios de la ley natural. En este contexto nace la sociedad política, como antónimo de dicha ley y como forma de generar un bienestar general (pero no por ello, dejan de existir las relaciones de poder). Con respecto a esto, Locke dice que “donde cada uno de los miembros ha renunciado a ese poder natural entregándolo a la comunidad”[1] nace una sociedad política.

Por lo dicho anteriormente, suceden formas de inclusión y exclusión del sistema no solo político sino también económico. En especial en la ultima época, donde el modelo capitalista se encuentra presente en la mayoría de las naciones (se producen en masa los productos, el obrero no se siente parte ni identificado con lo que realiza; el hombre pasa a valer sólo como fuerza productiva).

Estas diferencias quedan manifestadas por la aparición de clase sociales, donde uno entra en determinada categoría social dependiendo de sus ingresos económicos y los bienes materiales que posea.

Por esto, las relaciones entre los individuos surgen y se dan en un contexto de diferencias y no desde un lugar de igualdad; quizás en todo caso por la búsqueda de una igualdad. Es decir, dominación de poder de los más fuertes sobre los más débiles; convirtiendo a unos de cierta forma en amos y a los otros en esclavos. Para Rousseau, “ningún hombre tiene por naturaleza autoridad sobre su semejante; su libertad le pertenece sin que nadie tenga derecho a disponer de ella”[2].

Estas libertades que entrega una democracia son en verdad dobles independencias/dependencias. Es decir, por un lado las leyes y estatutos existentes le permiten a una persona gozar de ciertas libertades cuidando de que los demás las respeten y por el otro, limita a los individuos a cumplir dichas normas porque caso contrario rompería el pacto social establecido llevándolo a recibir una pena por ello.

Las sanciones no son sino otra de las formas de exclusión del sistema establecido, tales como aislar a una persona encerrándola en una cárcel para que de forma simbólica reestablezca o pague el daño que ha cometido. Aquí vuelve a aparecer el juego libertad/dependencia representada en la libertad del acusado, en última instancia, de enmendar su error mediante una condena y entregar a cambio por un lapso de tiempo otras independencias que tenia.

Referido al capitalismo en si, en las relaciones de trabajo suceden los lazos que se nombran anteriormente. Los obreros se encuentran sometidos a las leyes y sistemas de las fabricas empresas. Pero a la vez el dueño de la industria, quien cree tener independencia, depende de la fuerza de trabajo de sus asalariados. Si un día éstos deciden llevar a cabo una huelga, la producción se pararía y la supuesta autonomía económica que posee el capitalista se vería en problemas. Esto demuestra que siempre ocurre una relación ambivalente, donde uno se encuentra atado a ciertas normas y tiene libertades en mayor o menor medida.

Para Semprum, en los países donde se encuentra establecido el capitalismo privado monopolista es, a pesar de todo, mejor que una nación con un Estado burocrático llamado socialista. Ya que en el primero, “la clase obrera dispone de un mínimo de libertades democráticas”[3]. En cambio, en la segunda no pueden realizar huelgas y se ven incluidos en sindicatos que para el autor antes nombrado, corresponden a los engranajes de la ideología del aparato estatal.

En una sociedad como el primer ejemplo, la burguesía acepta y respeta esos derechos de los obreros para que exista una valorización del capital y que le permite, en palabras de Semprum, al asalariado “tomar conciencia de la explotación a la que es sometido y organizarse y luchar contra ella”[4]. Es decir, que a pesar de verse sometido el trabajador a las leyes impuestas por el sistema económico capitalista, dicha estructura es la que le entrega al mismo tiempo las herramientas para ser libre de esa opresión que vive.

El Manifiesto escrito por Marx y Engels, base del Partido Comunista en el que se encontraba Semprum hasta que fue echado del mismo, establecía esas pautas: “derrocamiento de la burguesía, instaurar el poder del proletariado, la eliminación de la vieja sociedad burguesa basada en los antagonismos de clase y la fundación de una nueva sociedad sin clases y sin propiedad privada”[5].

Las relaciones sociales están atravesadas por estos tipos de sucesos, de interacciones. A lo largo de la vida el ser humano va acercándose a grupos de pertenencia, con los que siente algún tipo de identificación. Algunos lo hacen por obligación, como por ejemplo una obra social y hasta a veces un sindicato prefijado. Otros por elección como clubes o partidos políticos (aunque estos también pueden ser herencia de sus antepasados)

En su mayoría, nacemos con libertades/dependencias específicas al país o la región en la que existimos. Esto queda demostrado cuando Rousseau dice que el hombre pierde su libertad natural y el derecho ilimitado sobre todo lo que desea, pero gana la libertad civil y la propiedad de lo que posee. La dualidad entre los derechos y las obligaciones siempre se encuentran presente.

Sin importar sistema establecido, una de las formas de canalizar esa búsqueda de igualdad y en las que se ve reflejada el proceso de identificación es a través de la unión, por parte de un individuo, a un partido político.

En ellos, las personas depositan sus esperanzas para lograr un cambio en la sociedad en la que viven. Buscan inconcientemente sentir que poseen una ideología definida y que comparten con otros la lucha por determinados intereses e ideales. Hay casos en lo que este proceso sucede de forma involuntaria ya sea por herencia, como se dijo anteriormente, o por hechos específicos que suceden en la historia.

Esto último se refiere a que de no haber sucedido una situación definida, el individuo no hubiera optado por tal partido político o corriente ideológica. Como por ejemplo el voto bronca, donde alguien no vota a favor de una idea por sentirse representado en ella sino que se expresa en contra por el simple hecho de oponerse al otro (sin importar lo que éste último estuviera proponiendo).

Tal es el caso de las ultimas elecciones sucedidas en Argentina para renovar las bancas de diputados, donde la oposición al gobierno Kirchnerista recibió la mayoría de los votos porque la gente se encontraba disgustada con ciertas políticas llevada a cabo por el gobierno Conflicto con el campo, las irregularidades en el INDEC).

En definitiva, esta ambivalencia libertad/dependencia sucede cotidianamente y se encuentra establecida en todas las formas de sociedades. Los partidos políticos luchan para que existan más libertades e igualdades, aunque muchas veces esto no se cumple.

Organizaciones desorganizadas

Las asociaciones partidarias intentan representar ideales, transmitir sus ideas y llevar a cabo un plan para que dichos argumentos se conviertan en verdades absolutas y gobernar el país o generar un cambio en el mundo. Dependiendo el partido que sea, realizan una crítica al sistema que se encuentra establecido, a pesar de que luego a veces se terminan transformando en eso que tanto critican.

Una de las cosas que les criticaba Semprum/Federico Sánchez, es el aislamiento ideológico por parte de éstos al creer que solo ellos tienen una Verdad. Dice el autor que “el partido, su actividad práctica, su teoría, encarnaban por tanto la Verdad global”[6]. Es decir, que si uno se encuentra de esa corriente de pensamiento solamente posee certezas a medias y nunca podrá conseguir el individuo veracidades completas. Además, si se expresa en contra del partido uno contará con una falsedad global sobre los problemas y el mundo.

Por esta razón, el autor antes mencionado esboza esta frase: “Fuera del partido no hay ni salvación ni existencia”[7]. Quienes no se encuentran en él no son consideradas personas validas, sino posibles y futuros militantes que todavía poseen ideas equivocadas.

Quizás aquí surge el mayor problema de las agrupaciones políticas, que es no pensar que el otro tiene un juicio valido sobre ciertos puntos y que incluyéndolo puede enriquecer la corriente ideológica de dicho grupo político.

Otro de los errores que se comenten es seguir atados a las premisas base sobre las que se forman los partidos, sin reformular algunos aspectos y adaptarlos a la actualidad. Por ejemplo, Semprum pertenecía al Comunismo que se apoyaba en las premisas establecidas en el Manifiesto Comunista. En él, aclaran Marx y Engels, que la aplicación practica de los principios allí descriptos están sujetos siempre a las circunstancias históricas que existen en ese determinado momento en el que se quieran aplicar.

Esto significa que si bien la mayoría de las naciones están organizadas bajo el modelo burgués de sociedad (división de clases), no en todas se encuentra en igual estado la clase obrera por ejemplo. En algunos países éstos están organizados en sindicatos, en otros no o dichos sindicatos son locales y no nacionales.

El plan de acción llevado a cabo por el partido no se adapta a dichas circunstancias, a las costumbres y cultura que tiene cada nación en el que se desea transmitir su ideología. Se parte de una idea y definición global solamente.

En la mayoría de las organizaciones políticas esto no sucede, puesto que si sucediera se estaría reformulando a la organización en si. Estos terminan convirtiéndose en el mismo mecanismo de absolutismo y control que el sistema capitalista: centralización de poder, donde solo se puede ascender de escala pero nunca cambiarlo aunque sea levemente. En el caso del capitalismo, pasar de empleado a empleador. En el caso del partido, de militante de base a dirigente.

Referido a expresar ideas diferentes a la ideología madre, se lo toma como la creación de algo nuevo y no la reformulación de lo viejo para adaptar la doctrina a las situaciones actuales y especificas de cada lugar.

Otra de las cuestiones que en realidad desorganizan en vez de encausar y unir ideales, es la perdida de conciencia individual para pasar a tener una colectiva que es manejada por los dirigentes del partido al cual se pertenece. Semprum lo explica claramente: “El Partido lo resume todo, el es nuestro educador, nuestro guía, nuestra conciencia vigilante cuando nosotros mismos no somos capaces de ver nuestros errores”[8].

Significa que se pierde la voluntad de razonar. Lo ideal seria tener la misma ideología que los demás pero poder a la vez disfrutar de una independencia mental que te permita realizar una critica sobre eso a lo que se pertenece. La educación que recibimos, las verdades absolutas solo pueden provenir de la organización política en la que estamos. Las demás, son absurdas y carentes de sentido y realización.

Estos problemas son una constante que no permiten la libertad de opinión ni el crecimiento y fortalecimiento de una corriente ideológica determinada. Por estos motivos se llevan a cabo conflictos internos, disputas que aparentan ser debates de ideas pero que en realidad esconden la búsqueda de poder, de tener la autoridad máxima sobre los otros.

Es que los partidos deben ser un medio, una herramienta adaptable al tiempo para poder alcanzar la revolución (Semprum ve esto referido al Comunismo y como debería en verdad ser). De esta forma, se permitiría una amplia participación popular, factor indispensable si se quiere transformar o modificar la sociedad en la que uno vive.

Pero existe una idea tan arraigada del seguimiento ciego a una corriente ideológica, a un líder que la conciencia critica desaparece en el individuo. No se replantean las cuestiones básicas tales como el funcionamiento de la estructura partidaria, los pasos a seguir para un cocimiento y expansión del partido en la sociedad, entre otras.

Según Semprum, se ha dejado de lado los intereses revolucionarios por el interés de mantener al Partido Comunistas en si. Solo, dice dicho autor, “conservar la unidad, la disciplina y el pensamiento correcto[9]. Es decir, que hasta en algunos casos se llega a perder esa ideología madre de revolución por mantener tradiciones de una constante búsqueda de libertad pero que jamás logra alcanzarse definitivamente.

En cierta forma esto queda demostrado con la continuidad de ciertas personas en la política, en la dirigencia de sus organizaciones. A pesar de haber cometido errores, de no llevar a cabo las ideas pertenecientes a su corriente ideológica como expresa Semprum, solo tienen el merito de sobrevivir a todas sus equivocaciones.

Esto ultimo, se convierte en otro factor que mina la posibilidad de reinterpretación y reformulación de los partidos, que se quedan en la historia desactualizados y sin poder comprender con eficacia el mundo que los rodea.

También, aquí entra en juego otra cuestión que es el constante pensamiento utópico y triunfalista de las doctrinas. no se elaboran planes para llevar al terreno de lo realizable a los pensamientos, se vive en la constante idea de que el cambio esta cerca, que la revolución esta a la vuelta a la esquina pero nada más.

Se utiliza siempre un discurso que enaltece la lucha, que esconde las falencias y por sobre todo que busca convencer a los militantes que el camino que están llevando a cabo es el mejor y que prontamente llegaran a cumplirse sus ideales.

Estas estrategias discursivas buscan atraer cada vez a un número mayor de gente, de que la masa se identifique con ellos. Para Carillo, dirigente del Comunismo español en la época en que Semprum pertenecía a ella, “los partidos, los movimientos revolucionarios tienen necesidad, a otro nivel, de lideres”[10].

Aquí claramente corresponde un error por parte del político nombrado, ya que la doctrina Marxista en la que se basa su partido, ya que la emancipación de los asalariados solo puede ser obra de ellos mismos, y no de la mano de jefes o conductores externos a su movimiento.

Marx piensa que para poder tomar las fuerzas productivas sociales, el proletariado debe y puede por si mismo romper con la estructura que poseen las sociedades capitalistas de la mano del Comunismo, que en definitiva es la que los suprime y margina. Es decir, la desaparición de las clases sociales elevando a los obreros a clase dominante; conquistar la democracia. Esto les permitirá luego centralizar todos los instrumentos de producción en el Estado, arrebatándole al mismo tiempo y gradualmente el capital a la burguesía.

Por el contrario, Lenin, cree que “la fuerza de este movimiento contemporáneo, socialismo, consiste en el despertar de las masas”[11]. La debilidad, se encuentra en la falta de conciencia e iniciativa de los dirigentes revolucionarios. Éstos son los encargados de introducir el socialismo, conciencia socialdemócrata, en el proletariado que carece de representantes instruidos; intelectuales. Es decir, que la idea de una revolución verdadera solo puede provenir de una intelectualidad burguesa. Y que alejarse de la ideología socialista, solo es fortalecer la ideología de la burguesía.

Siguen apareciendo la falta de análisis de la realidad y la adaptación de las doctrinas madres a la época actual. Se piensa mas en captar personas para la corriente ideológica que en llevar a cabo los planes que se tienen. Y, principalmente, se pierde la idea revolucionaria que supuestamente es la motivación principal que persiguen.

Así, el partido queda obsoleto y se convierte en otro sistema basado en la libertad/dependencia, no tan diferente al sistema capitalista en su concepción de verticalismo y relaciones de jerarquía.

Esto se demuestra las falencias que tienen como organizaciones que buscan generar un cambio. Un ejemplo de ello es cuando la Comisión del Interior del Partido Comunista, le encomienda la misión clandestina a Semprum/Federico Sánchez de entablar relación con grupos o intelectuales aislados, con los que no existía hasta el momento ninguna relación orgánica (el viaje tenia planeado abarcar en apenas tres semanas Barcelona, Valencia, Sevilla, las Islas Canarias, Madrid, Salamanca y San Sebastián).

A pesar de haber sido planeado todo desde y para la organización, aumentar el numero de militantes y transmitir mas sus proyectos, la travesía era irrealizable.

Por empezar, el dinero que le dieron para realizarla era insuficiente y el tiempo para hacerlo también era escaso; especialmente por tener que efectuarlo de forma clandestina con el peligro que eso significa para establecer nuevos lazos de intercambio de opiniones e ideas. Además, tampoco le consiguieron el pasaporte falso para poder viajar y Semprum/Federico Sánchez tuvo que conseguirlo por su cuenta.

Esta desorganización ejemplifica la conformación de los partidos políticos, incluso en algo tan básico y esencial como lo es la búsqueda de nuevos horizontes y ampliación de su corriente ideológica.

En definitiva las organizaciones referidas a la política, al igual que toda la sociedad, se encuentran atravesadas por la relación ambivalente libertad/dependencia. Ellas son formadas para enfrentar al sistema que oprime a la sociedad y como forma de representación de ideas. Aunque, muchas veces, se terminan convirtiendo en esa estructura con la cual están en desacuerdo y quieren derrocar.



[1] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 104) - Aguilar

[2] Rousseau. El Contrato Social (páginas 5 y 6) – Editorial Porrua

[3] Semprum. Autobiografía de Federico Sánchez (página 156). Editorial Planeta

[4] Ídem anterior

[5] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (página 6). Nuestra América Editorial

[6] Semprum. Autobiografía de Federico Sánchez (página 297). Editorial Planeta

[7] Ídem anterior (página 213)

[8] Palabras de Fidel Castro citadas por Semprum. Autobiografía de Federico Sánchez (página 146). Editorial Planeta.

[9] Ídem anterior (pagina 153).

[10] Semprum. Autobiografía de Federico Sánchez (página 198). Editorial Planeta

[11] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 66). Editorial.

Marx y Lenin: La teoría y la práctica

Karl Marx escribió el Manifiesto Comunista junto con Friedrich Engels en 1848, poco antes de la Revolución sucedida en Paris en febrero de ese mismo año. Dicho escrito, establecía los principios y objetivos de la Liga Comunista; una especie de asociación de intelectuales y artesanos alemanes.

Básicamente, el objetivo de dicha Liga era “el derrocamiento de la burguesía, instaurar el poder del proletariado, la eliminación de la vieja sociedad burguesa basada en los antagonismos de clase y la fundación de una nueva sociedad sin clases y sin propiedad privada”[1]. El documento en si, fue el soporte teórico fundamental que ayudó a construir y organizar al primer partido revolucionario perteneciente a la clase obrera (Partido Comunista).

La aplicación practica de los principios que se esbozan en el Manifiesto, aclaran sus autores, están sujetos siempre a las circunstancias históricas que existen en ese determinado momento en el que se quieran aplicar. Esto significa que si bien la mayoría de las naciones están organizadas bajo el modelo burgués de sociedad (división de clases), no en todas se encuentra en igual estado la clase obrera por ejemplo. En algunos países éstos están organizados en sindicatos, en otros no o dichos sindicatos son locales y no nacionales.

Esta división y lucha de clases, Marx la considera como el motor primordial de la historia. Este conflicto se da “entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas (…) que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o en el hundimiento de quienes estaban en pugna”[2].

Los países fueron dividiéndose en diferentes clases, hasta que en la actualidad, quedaron fragmentadas las disputas en dos sectores: burguesía y proletariado. La primera surgida en el feudalismo, corresponde a los capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social que emplean al trabajo asalariado. El segundo, se refiere a los trabajadores que al estar privados de medios de producción propios, no tienen otra opción que vender su fuerza de trabajo para poder vivir.

Marx considera que, en un principio, la burguesía “ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario”[3], que se ha diseminado por el mundo formándolo a su imagen y semejanza.

A través del desarrollo durante las diferentes épocas del comercio, la navegación y los medios de transporte terrestres (ferrocarriles entre otros), dicha clase social ganó poder hasta establecer gobiernos que dejan de lado la cuestión social y dirigen su mirada netamente a lo económico. En palabras de los autores del Manifiesto Comunista, la burguesía “ha sustituido las numerosas libertades por la única y desalmada libertad de comercio”[4].

El capitalismo, persiguiendo su objetivo de ganar más a menor costo, fue centralizando los medios de la producción y la propiedad. Que el poder económico esté cada vez en menos manos, genera una mayor marginación del proletariado pero a su vez significa el aumento de obreros; fuente primordial para la revolución.

Dicha exclusión, se genera con la implementación de las nuevas tecnologías en las fábricas y la división del trabajo (el asalariado no se siente parte, identificado de lo que produce). Por esta razón, el obrero comienza a reunirse “primero los trabajadores de una misma fabrica, luego quienes trabajan del mismo oficio de una localidad”[5], explica Marx. La lucha estalla en un principio de sublevación, dice dicho autor, cuando éstos logran unirse en sindicatos contra los burgueses y pelean en común para conseguir derechos laborales.

En cambio Lenin, en su trabajo llamado ¿Qué hacer?, considera que esto corresponde solo a un movimiento huelguístico espontáneo llamado trade-unionista, pero que es “la forma embrionaria de lo conciente[6] (los gendarmes sacaban un numero cada vez mayor de revolucionarios viejos y, en su lugar, crecía el numero de jóvenes). Es decir, el primer paso necesario que dio el proletariado y que lo llevará a comprender el antagonismo entre sus intereses y los del régimen político social. Esto último, lo llama una lucha socialdemócrata.

Para llegar a dicha conclusión, se basa en huelgas sucedidas en Rusia durantes las décadas del 60 y 70 que fueron acompañadas de destrucción espontánea de maquinas, entre otras cosas. Según el autor antes mencionado, esto demostraba que “la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo”[7].

Marx piensa que para poder tomar las fuerzas productivas sociales, el proletariado debe y puede por si mismo romper con la estructura que poseen las sociedades capitalistas, que en definitiva es la que los suprime y margina. Es decir, la desaparición de las clases sociales elevando a los obreros a clase dominante; conquistar la democracia. Esto les permitirá luego centralizar todos los instrumentos de producción en el Estado, arrebatándole al mismo tiempo y gradualmente el capital a la burguesía.

En definitiva el comunismo es quien mejor representa los intereses de los trabajadores y la respuesta a la revolución, dice Marx, “es el sector mas resuelto de los partidos obreros; el sector que siempre impulsa adelante a los demás”[8]. En una sociedad gobernada por este partido, el trabajo acumulado se convertiría en un medio para hacer más fácil la vida del obrero.

Por ultimo y con respecto a Lenin, “la fuerza de este movimiento contemporáneo, socialismo, consiste en el despertar de las masas”[9]. La debilidad, se encuentra en la falta de conciencia e iniciativa de los dirigentes revolucionarios. Éstos son los encargados de introducir el socialismo, conciencia socialdemócrata, en el proletariado que carece de representantes instruidos; intelectuales. Es decir, que la idea de una revolución verdadera solo puede provenir de una intelectualidad burguesa. Y que alejarse de la ideología socialista, solo es fortalecer la ideología de la burguesía.



[1] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 6). Nuestra América Editorial.

[2] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 17 y página 24). Nuestra América Editorial.

[3] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 27). Nuestra América Editorial.

[4] Ídem anterior.

[5] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 33). Nuestra América Editorial.

[6] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 68). Editorial

[7] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 73). Editorial

[8] Marx y Engels. Manifiesto Comunista (pagina 39). Nuestra América Editorial.

[9] Lenin. ¿Qué hacer? (pagina 66). Editorial.

Locke y Rousseau: Poder

Existen diferentes formas y relaciones de poder. Algunas de ellas son voluntarias en la forma de ceder y compartir poder, como en la unión de sujetos para la conformación de una sociedad/Estado. Otras son simplemente parte de la herencia que se recibe, como es el caso de padres-hijo; donde este ultimo puede quedar fuera del poder de mando de su padre o madre solo cuando llega a la adultez (aunque luego tenga la obligación y el poder de cuidar de sus progenitores).

Para Rousseau, “la familia es el primer modelo de las sociedades políticas: el jefe es la imagen del padre y el pueblo la de los hijos”[1]. Esto establece la primera relación de poder, donde el papá se encuentra a cargo de la enseñanza y controla la forma en que serán educados sus niños, es decir, elige los primeros pasos que éstos darán en la formación de sus personalidades.

Locke introduce a la madre en la toma de decisiones dentro de la familia, dando una idea de que el poder es compartido por ambos padres con respecto a las medidas a llevar a cabo sobre su descendencia. Al igual que Rousseau, plantea que los padres sobre sus hijos “serán quienes se impongan a voluntad y quienes dirijan sus actos; pero cuando estos lleguen al estado que hizo a sus padres personas libres, deberán serlo a su vez”[2].

También, Locke contempla dentro de la relación padre-hijo dos tipos de poderes: el de la tutela durante la minoridad del niño y el de ser honrado por los hijos durante toda su vida. En si, estas dos ideas de potestad establecen vínculos entre derecho y deber. Por ejemplo el primer caso, dice el autor antes mencionado, “constituye un derecho de los hijos a ser educados y alimentados y el deber de los padres a que esto se cumpla”[3].

Con respecto al segundo tipo de poder, establece la obligación por parte de los hijos a honrar y sostener a los padres por el beneficio que aquellos recibieron cunado era niños. Aunque, aclara Locke, “la educación, deber de los padres, lleva un poder mas extenso debido a que la ignorancia y las debilidades de la infancia necesitan ser reprimidas y corregidas”[4]. Esto demuestra una posición de mando, poder, y una especie de soberanía.

Esta comparación entre familia, soberanía y sociedad/Estado la van a encarar ambos autores en cuanto al derecho, deber y relaciones reciprocas de poder que llegan a establecerse entre las diferentes conformaciones sociales que existen en una nación.

Relaciones de Poder: formación y relaciones sociales

El hombre nace como un ser natural, con libertad y la capacidad de disfrutar de los derechos y privilegios de la ley natural. Según Locke, tiene el derecho “no solo el poder de defender su propiedad (su vida, libertad y bienes) sino también de juzgar y castigar los quebrantamientos de la ley natural cometidos por otros”[5].

Este tipo de ley genera en principio desigualdad, dominación de poder de los más fuertes sobre los más débiles; convirtiendo a unos en amos y a los otros en esclavos. Para Rousseau, “ningún hombre tiene por naturaleza autoridad sobre su semejante; su libertad le pertenece sin que nadie tenga derecho a disponer de ella”[6].

En este contexto nace la sociedad política, como antónimo de la ley natural y como forma de generar un bienestar general (pero no por ello, dejan de existir las relaciones de poder). Con respecto a esto, Locke dice que “donde cada uno de los miembros ha renunciado a ese poder natural entregándolo a la comunidad”[7] nace una sociedad política.

Del mismo modo, Rousseau habla del nacimiento del Contrato Social como “forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado”[8]. Planteándolo además, como la mejor forma de unirse todos y permanecer tan libre cada individuo como antes.

Estas concepciones elaboradas por dicho pensadores, hablan de ponerse en común todos los sujetos y, en palabras de Rousseau, también el poder de cada uno bajo la suprema dirección de la voluntad general. Demostrando que el poder es compartido, unido, para conformar un poder superior como lo es un Estado con sus leyes.

El estado según Locke, “dispone de poder para fijar castigo a las trasgresiones cometidas por los miembros de la sociedad, el poder de hacer leyes”[9]. Para él, esto constituye el poder de la paz y la guerra.

Ambos autores coinciden en que cada hombre que comienza a formar parte de la sociedad, renuncia a su poder natural para castigar al otro. En palabras de Rousseau, “sustituye al instinto por la justicia”[10]. Además, según este pensador, el hombre pierde su libertad natural y el derecho ilimitado sobre todo lo que desea, pero gana la libertad civil y la propiedad de lo que posee.

Por ultimo y referido a lo anterior, así como en el estado natural daba al hombre un poder absoluto sobre todo lo demás, el pacto social que se establece da al cuerpo político poder absoluto sobre todos los suyos (soberanía). Las relaciones de poder se transforman en una ida y vuelta entre el Estado y el pueblo que, para que no exista abuso de poder ni despotismo, tiene la capacidad de elaborar convenciones y leyes que unan y relacionen los derechos y deberes, permitiendo que exista la justicia.

En definitiva, las relaciones de poder se establecen para y por una cooperación que permita una mejor subsistencia. Se llevan a cabo mediante pactos sociales, leyes y conformaciones de Estados que permitan una igualdad. Aunque, cabe aclarar que el poder no es de uno sino de dos: del pueblo y el Estado (que en definitiva es conformado por el pueblo y para el bienestar del pueblo).



[1] Rousseau. El Contrato Social (página 4) – Editorial Porrua

[2] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 80) - Aguilar

[3] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 88) - Aguilar

[4] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 89) - Aguilar

[5] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 105) - Aguilar

[6] Rousseau. El Contrato Social (páginas 5 y 6) – Editorial Porrua

[7] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 104) - Aguilar

[8] Rousseau. El Contrato Social (página 9) – Editorial Porrua

[9] Locke. Ensayo sobre el Gobierno Civil (página 105) - Aguilar

[10] Rousseau. El Contrato Social (página 11) – Editorial Porrua

Desde abajo: La transformación de las identidades sociales

Identidades Astilladas: De la patria metalúrgica al heavy metal

Este texto realiza un análisis sobre el obrero, sobre su identidad a través de los años y el cambio que ésta fue sufriendo debido en gran parte a los procesos históricos y socioeconómicos que vivió y vive Argentina. Aunque, cabe aclarar, que también esto se debió a una variación en las políticas de contratación por parte de las empresas y fabricas del país.

El punto de partida para analizar la situación del obrero se encuentra especialmente marcada por el factor de generación, entre los trabajadores jóvenes y viejos. Pero no referido en cuanto al valor numérico de la edad, sino en un sentido mas profundo que ello conlleva: diferentes formas de comprender e interpretar el mundo que los rodea, posibilidad de reinterpretar los problemas y condiciones de trabajo, búsqueda de metas sociales e individuales y el significado de pertenecer o no a una fabrica, a un gremio y a un sindicato.

Para la editora del libro Desde Abajo, se esta llevando a cabo una “ruptura generacional de una época, que indica el debilitamiento y la desaparición de los marcos sociales y culturales del antiguo mundo obrero”[1]. Es decir, que se desarrolla un cambio en los trabajadores que rompen con la historia de la participación política en la fábrica y, los jóvenes que comienzan a trabajar en ella, toman a dicho lugar como un sitio de paso y no como posibilidad de transformación social.

Esto esta asociado a la idea de una Argentina industrial, de que este tipo de industria es el motor para posibilidad de crecimiento económico de todos los habitantes, en especial de los niveles más bajos de la sociedad. Tal como lo fue, dice la autora del texto, entre 1946 y 1945 donde la imagen de progreso “con una tendencia a la homogeneidad social, se haría efectiva y extensiva a los sectores populares”[2].

Una coincidencia que se ve entre las diferentes personas entrevistadas para la realización del libro antes mencionado, es la medición que tienen ellos sobre el significado de bienestar. Sin importar el factor generacional, piensan que prosperidad se resume en tener casa propia, auto, poder mandar a los hijos a la escuela y salir a comer afuera por lo menos una vez al mes.

Para llegar a este tipo de conclusiones, el texto lleva a cabo una diferenciación entre trabajadores jóvenes y viejos. Con esto, se intenta hallar similitudes y diferencias entre cada uno de los grupos arriba mencionados, referido especialmente a sus participaciones políticas y al valor que le dan a la fábrica.

EN BUSCA DE PERFILES SOCIALES GENERACIONALES


El viejo militante sindical histórico

La autora del texto, para llevar a cabo el análisis de este tipo de persona, considero como representante de la vieja generación, a aquellos trabajadores que hoy tienen más de 45 años. Estos individuos, vivieron en carne propia el cambio importante en la concepción de las fábricas, generado especialmente por el primer régimen peronista. Además, cabe aclarar, que en esa época se vivieron fuertes persecuciones políticas y acciones de lucha gremiales.

“El viejo militante sindical presenta un discurso que enfatiza tanto el orgullo sindical como la importancia de una cultura del trabajo que cimentaría y dignificaría la identidad social”.[3] ; dice Svampa en su texto Desde Abajo. Aquí, la política tenía un lugar de importancia y prevalencia dentro de la empresa metalúrgica.

Este individuo se encontraba y encuentra enteramente sujeto a la acción del peronismo. Esto queda demostrado en una de las frases que dice una de las personas entrevistadas: “Perón lo que nos dio fue el derecho a vivir”[4]. Para ellos, dicho ex presidente les dio por primera vez la oportunidad de discutir. También aparece nuevamente la idea de que se progresaba en la vida, por el hecho de poder comprar una heladera, una casa.

El sindicato tenía un lugar de importancia dentro de la fábrica. En especial, se daba una relación de verticalismo entre el movimiento obrero organizado y el líder. En definitiva, este tipo de personalidad, se refiere a la concepción de una patria metalúrgica que, mediante la participación política y el crecimiento industrial, llevarían a Argentina a ser uno de los países del denominado primer mundo.

El viejo trabajador integrado

A diferencia del ejemplo anterior, esta forma de ser del individuo metalúrgico, mas vinculada con una cultura del trabajo con aspiración al consumo. “Ser obrero es algo relativo”[5], dice uno de los entrevistados por Svampa. Esto se refiere a tomar al trabajo fabril como un medio, como algo pasajero para luego poder poner el negocio propio. Por este motivo, no le dan importancia a la participación política y sindical.

Estos sujetos encarnan “la integración socioeconómica y la adopción, por parte de sectores de la clase trabajadora, de un modelo cultural similar al de las clases medias”[6]. En definitiva, buscaban solo pertenecer o aparentar pertenecer a un estrato social superior.

LA IDENTIDAD DETERIORADA: LA GENERACIÓN INTERMEDIA

Svampa situó en esta franja generacional para desarrollar un análisis, a los trabajadores que tienen entre 26 y 45 años. Aquí, por vivencias históricas y políticas, se puede establecer el nacimiento de una conciencia critica, relacionada y surgida por la finalización del modelo de integración social de épocas anteriores.

Básicamente se lleva a cabo una perdida de y reinterpretación de valores culturales tradicionales y de referencias sociales.

El militante metalúrgico critico tradicional

Esta personalidad se presenta como variante del activista, sin perder igualmente la tradición familiar peronista y obrera. En ellos aun sigue presente la imagen colectiva de las luchas sociales anteriores y de los logros que con ellas se obtuvieron.

Una situación así, genera un choque ideológico entre los recuerdos del pasado y la situación problemática del presente (dictaduras, crisis económica, etc). Surge un sentimiento de nostalgia que los ha “llevado a refugiarse en el respeto a los valores y los roles tradicionales, cristalizando el viejo paradigma transmitido por los mayores”[7], dice la autora de Desde Abajo.

Estas cuestiones entran aun más en conflicto, con la incorporación de los jóvenes a las fábricas. Ellos, en su mayoría son apolíticos y tanto gremios como sindicatos se hallan desconcertados porque no logran comprender como hacer para que éstos participen activamente en la política de las empresas.

Las causas de ello “se constituyen por la despolitización juvenil y de la afirmación individualista del consumo”[8]; ya no se lucha por el bien común. Se entra en un estado de apariencia, es decir, que no importa lo que no es realmente sino lo que puede aparentar ser (preferentemente, por los bienes economitos). Aunque, lo positivo que se destaca en los jóvenes, es que expresan sus sentimientos sin tantos tapujos, lo que en el texto conceptualizaron como “solidaridad afectiva”.

El trabajador metalúrgico critico – escéptico

Esta forma de ser no busca ningún objetivo específico, no intenta reconstruir ninguna identidad ni participación alguna. Es decir, que descreen del modelo obrero anterior y no ven posible la realización de un nuevo proyecto de cambio por parte de las nuevas generaciones.

Ellos descreen de la política y solo les interesa hasta donde los involucra y les trae algún beneficio; no por cambio social sino por beneficio propio. Estas cuestiones, junto con las demás antes mencionadas, demuestran las diferentes formas de concebir el mundo pasado y el mundo futuro, y como incluso sin admitirlo, consideran un cambio social referido al consumo (poseen un nuevo estatus en la sociedad si pueden tener la casa propia, comprarse un auto, etc).

EL TIEMPO DE LAS IDENTIDADES FRAGMENTARIAS:

LOS JÓVENES TRABAJADORES

En la última época, se ha observado un cambio en cuanto a las políticas de contratación, por parte de las empresas y fabricas. Se prioriza dar trabajo a jóvenes sin demasiada calificación y con escasa o nula experiencia laboral.

Esto se lleva a cabo, puesto que es mas fácil adaptar a los jóvenes a el ritmo y modelo profesional, que a los viejos obreros (que conocen muy bien sus derechos, les importa la política y saben organizarse para reclamar cuando no son respetados). Aunque últimamente, se ha comenzado a contratar mano de obra con experiencia, para lograr cierto equilibrio y cooperación dentro de la industria.

Igualmente, dice la autora de Desde Abajo, que mientras el ritmo de trabajo aumenta, “el tejido de las solidaridades laborales se debilita y aumentan las suspensiones o cesantías temporales”[9]. Esto significa, que la fabrica ha dejado de ser un sinónimo de progreso nacional e individual, para convertirse solamente en un medio para subsistir y no vivir dignamente (salarios bajos, sobre carga de horario de trabajo, etc).

El joven trabajador integrado

En si, es un sucesor del viejo trabajador integrado. Ser obrero es sumamente relativo, es solo una forma temporaria y hasta a veces necesaria para poder convertirse luego en un trabajador independiente (tener el negocio propio). Ellos, sin desconocer los problemas actuales de la sociedad, se consideran de clase media y poseen la aspiración de seguir subiendo en la escala social.

La empresa entonces, representa un limitado horizonte de posibilidades, por lo que consideran necesario profesionalizarle y capacitarse para crecer e independizarse. En definitiva, no les interesa la participación política y están muy alejados de la idea del modelo obrero anterior, de ser agentes de cambio.

El joven trabajador tribal

Este tipo de jóvenes, que muchas veces solamente el primario completo o secundario incompleto, también consideran a la empresa metalúrgica como un lugar de paso. Incluso, a pesar de la falta de posibilidades de trabajo en el mercado laboral poseen esa idea.

Piensan al trabajo de forma individual e instrumental. Es algo que les sirve para conseguir otra cosa, satisfacer otro tipo de necesidades de consumo que no sean tener la casa propia. Por ejemplo, vestimenta, música, salida con amigos, etc.

Del mismo modo, ven a la política como corrupta y por ello no les interesa participar de alguna forma (ni de manera independiente, ni dentro de un gremio o sindicato). Básicamente se manejan a través de los consumos culturales; buscan grupos de pertenencia y establecen estrategias de distinción entre las diferentes agrupaciones sociales.

CONCLUSIÓN

En conclusión, los cambios generacionales referido a las diferentes formas de comprender y reinterpretar al mundo son los que diferencian a los jóvenes y viejos trabajadores. Para algunos, el trabajo es un actor de cambio social importante. Para otros, es solo un medio para conseguir cumplir metas individuales.

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[1] M. Svampa. Desde Abajo (página 152) – Editorial Biblos

[2] M. Svampa. Desde Abajo (página 122) – Editorial Biblos

[3] M. Svampa. Desde Abajo (página 125) – Editorial Biblos

[4] M. Svampa. Desde Abajo (página 126) – Editorial Biblos

[5] Ídem (página 130)

[6] Ídem (página 134)

[7] M. Svampa. Desde Abajo (página 134) – Editorial Biblos

[8] Ídem (pagina 137)

[9] M. Svampa. Desde Abajo (página 142) – Editorial Biblos